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El acto de equilibrio: la crianza de los hijos en la escuela de posgrado

Publicación invitada de: Alayna Mcfee

La parte más fácil del posgrado fue presentar la solicitud. La cuota de solicitud de $55 no era nada comparada con los $900 que gastaba en guardería al mes. Decidí ir al posgrado porque me despertaba con miedo de ir a un trabajo que odiaba, solo para sobrevivir. Mi bebé me miraba con admiración, sin saber que su madre estaba lidiando con el fin de mi relación con su padre y permitiéndome seguir adelante con mis sueños. Dudaba de poder tenerlo todo. El equilibrio perfecto entre ser madre y tener una carrera que amaba.

Así que, en otoño de 2017, decidí cursar un posgrado, no solo por la posibilidad de ascender profesionalmente, sino para demostrarle a mi hijo que podía lograr cualquier cosa que se propusiera. Sabía que tendría que esforzarme más y ser más inteligente que mis compañeros. Tuve que suspender mi tiempo libre durante dos años. Ahora, en retrospectiva, cambié mi tiempo libre por el autodescubrimiento.

Si está pensando en realizar estudios de posgrado como padre, aquí le ofrecemos algunos consejos que le ayudarán a equilibrar su vida laboral y escolar sin perder por completo la cordura:

Utilice su sistema de apoyo

Al principio fue difícil aceptar ayuda; no quería que nadie más criara a mi hijo. En cierto sentido, sentía que me juzgarían, pero no habría salido adelante con un pueblo que nos apoyara. Mi madre recogía y cuidaba a mi hijo por la noche mientras yo iba a la escuela. Llegaba a casa después de las 10 de la noche y encontraba al bebé dormido y tiempo extra para hacer mis tareas.

El apoyo no se limitó a mi familia y amigos. Tuve la suerte de contar con profesores y un supervisor que sabían lo que pasaba. Me intimidó decirle a mi supervisor que iba a volver a estudiar. No quería que pensaran que no iba a cumplir con mis responsabilidades laborales. Después de una conversación abierta y honesta, accedió a permitirme usar mis días de baja por enfermedad para ponerme al día con las tareas o para recuperarme de una noche de insomnio.

Madre e hijo en la escuela de posgrado

Organizando y agendando todo

Si no tienes una agenda, coge una.

Tenía un calendario que anotaba todos los eventos con precisión horaria. Tenía que anotarlo todo o me faltaba tiempo. Programaba las citas para jugar, las citas médicas y las actividades de fin de semana de mis hijos con meses de anticipación para poder pasar tiempo de calidad juntos. A pesar de dedicar 20 horas semanales a estudiar, siempre tenía tiempo para que mi pequeño y yo pasáramos un rato juntos.

Programar todas mis tareas también me permitió terminarlas antes de la fecha de entrega. Esto redujo las noches que tenía que dedicar a estudiar en lugar de recuperar el tan necesario descanso.

Practicando el autocuidado

Compaginar mi vida como madre, estudiante y empleada a tiempo completo me dejó poco tiempo para el autocuidado. Después del segundo semestre de mi programa de posgrado, me desmayé un día después de dormir tres horas. Estar en el hospital por deshidratación me hizo darme cuenta de que era la primera vez que tenía tiempo para estar tranquila. Desde entonces supe que tenía que cuidarme mejor durante esa época. Mi salud, tanto física como emocional, no solo era importante para mí, sino también para mi hijo.

Aunque tenía muy pocos ingresos disponibles, me regalé un tratamiento de spa una vez al mes. Esa hora para mí misma tuvo un gran impacto en mi salud física. También empecé a ver a un terapeuta quincenalmente. Tuve que superar el estigma de que buscar un terapeuta significaba que algo andaba mal conmigo. Poder contar con alguien que me ayudara a gestionar mis sentimientos y me hiciera responsable de cuidarme me fortaleció mentalmente para soportar los momentos más difíciles, cuando simplemente quería abandonar el programa.

Cursar un posgrado fue estresante y gratificante a la vez. Hubo momentos en que me sentí derrotada y quise renunciar, pero saber que mi hijo me observaba me impulsó a sobresalir. Quería que mi hijo estuviera orgulloso de mí y supiera que di lo mejor de mí a pesar de los desafíos. Espero que mi historia inspire a cualquier padre que desee continuar su educación. Ustedes son el mejor ejemplo para sus hijos y no se arrepentirán de mostrarles que pueden lograr lo imposible.

Alayna Breanna
Alayna Mcfee es consultora de marketing digital con tres años de experiencia exitosa en comunicación estratégica y reconocimiento de marca. Se especializa en tecnologías de gestión de relaciones con los clientes y asiste regularmente a capacitaciones regionales para presentar las nuevas tendencias en tecnología de marketing, como inteligencia artificial, experiencia de usuario (UX), SEO y herramientas de Google Analytics. Firme defensora de la satisfacción del cliente, Alayna desarrolla regularmente planes de comunicación estratégica interna para ayudar a los clientes a alinear la función de comunicación con los objetivos principales de la organización. En su tiempo libre, Alayna disfruta de pasar tiempo de calidad con su hijo y correr en el lago Merritt.
Síguela en Instagram: @alayna.breanna