Gracias a Dios no me parezco a lo que he pasado...
Desde que tengo memoria, aspiré a ser médico. Solicité admisión en más de 30 facultades de medicina de Estados Unidos y me rechazaron todas. Le pedí a Dios que me diera un sí. Poco después, me aceptaron en una facultad de medicina del Caribe. Estaba muy emocionado, pero mi entusiasmo se vio truncado al escuchar de mentores y colegas que la mayoría de los médicos ni siquiera eligen esta opción a menos que hayan solicitado admisión durante dos o tres ciclos.

Para cuando me di cuenta, ya estaba en la isla a mediados de mi primer semestre. Supongo que debí haber tenido más cuidado con lo que pedía. No conocía personalmente a nadie que hubiera recurrido a este método recientemente para pedir consejo; así que no lo supe hasta que fue demasiado tarde. (El plan de Dios). Oré sobre si debía irme y regresar a Estados Unidos para intentarlo de nuevo, pero Dios me decía una y otra vez que estaba justo donde Él necesitaba que estuviera. A lo largo de todo este proceso, todavía me pregunto si tomé la decisión correcta, pero cada vez que recibo una consulta de un futuro médico, me alegra poder ayudarle a comparar sus opciones.
He llorado muchas noches y he tenido muchos fracasos en el camino, pero
Me alegro de haber tomado el camino menos transitado y eso ha marcado la diferencia.